sábado, 8 de agosto de 2015

LALO, mi pequeño fantasma




Dormía en casa de una amiga cuando apareció él despertándome. Vi sus ojos llorosos, su pequeño rostro cubierto en un rictus de dolor me sacó de mi ensoñación; no esperaba verle… no así. Creí que ya me había analizado lo suficiente unas horas antes mientras su padre me hablaba de cómo había fallecido y sin querer lo había visto parado a un lado de la mesa del café donde nos encontrábamos.

Retumbó en mis oídos su voz desesperada, se abrazó a mis piernas llorando y clamando le ayudara. No sé cuánto tiempo pasó… Solo recuerdo sus ojos suplicantes clavados a los míos, los pequeños brazos aferrados a mis piernas y su voz… ésa voz pidiendo ayuda.

No pude negarme. Era tal el dolor que no me quedó otro remedio más que acceder a lo que pedía; esa noche Lalo, mi pequeño fantasma forjó a fuego y  hierro mi alma y corazón preparándome para lo que me esperaba.

Hoy, después de dos años aún hay días que despierto escuchando su voz pidiendo ayuda, veo sus ojos, siento sus brazos, y me embarga el dolor de saberle preocupado.

Hice lo más que pude y él lo sabe. Di todo… hasta mi vida ofrendé con tal de lograr mi cometido.

Ruego a Dios que el sacrificio que se me ha pedido dé sus frutos… que esos ojos llorosos y esos cálidos brazos que volvieron a mí pidiendo perdón hace seis meses por todo aquello que he pasado a raíz de mi promesa, tengan el descanso de saber que todo ello valió la pena.

Malu Ramírez (@le_moire_)
07/08/2015 23:24 hrs.

Microrrelato para concurso #UNUSPRIMUS

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